domingo, 25 de julio de 2010

Situaciones extrañas... en momentos inesperados

Capítulo I
Día normal… cosas normales… aburrimiento normal…


-Un café con crema- me pidieron desde el otro extremo.
No sabía porque le tenían pinta de barra de bar a la barra de la cafetería, me acomode el pelo detrás de la oreja, y subí mis lentes acomodándolos en la parte alta de mi nariz, mirando al chico que me pedía el café.
-Esto no es un bar, así que…- me detuve y vi la caja -vienes a la caja y me pides de buena gana- le dije de buena manera sin ser descortés.
El chico camino desganado hacia la caja y espero a que yo fuera hasta ella.
-Ahora sí, pide- le dije con una sonrisa
-Me puedes dar un café con crema por favor- me pidió sin dejar de ver el piso
-Enseguida- le dije
Me di la vuelta mientras él se sentaba en uno de los taburetes de la barra, tome el vaso y comencé a prepararlo rápido, escuchando Wezzer de fondo, escuche en tintineo de la campanita de la barra, me voltee y vi a Ane.
-Hola Ane- la salude con gesto de cabeza
-Evs ya sabes lo de siempre- me pidió mientras se sentaba al lado del chico
-Listo- dije entregándole el café al chico mientras me pasaba las monedas.
-Gracias- me dijo
-Toma- dije pasándole una botella de O+ fría
-¿Qué le paso al niño?- pregunto sujetándose su pelo rubio en un moño alto.
-Pues que se confundió de lugar, da igual ya sabes cómo son…- dije encogiéndome de hombros.
Por las tardes la cafetería no solía estar muy concurrida, pero siempre había personas, o algún ser mágico, Ane venia todos los días, ya fuera por la mañana, tarde o noche, tomaba lo mismo de siempre o pedía una coca.
Me senté en la parte de adentro de la barra tomando un banquito que tenía dentro, me acomode la falda, maldito el momento en que diseñe el uniforme, falda azul, no muy corta una camiseta blanca, que decía “cafetería del hada bipolar” en letras verdes, no muy original pero no se veía mal.
Alcé la vista cuando escuche unas carcajadas cruzando la puerta de la cafetería, eran varios tipos, algo jóvenes, me quede callada, escuchando a Ane hablar de su día en la empresa. Los tipos se sentaron en una mesa esquinera.
-Ane, ¿qué dicen esos tipos?- le pregunte en un murmullo, aprovechándome de que su oído era más agudo que el mío.
-¿Cuáles?- me pregunto
-Los de la esquina al lado de la ventana- le dije para que no se volteara.
-No dicen nada interesante, son hombres lobos la mayoría, hay uno que no, pantera o que se yo- dijo de mala gana, no le agradaba mucho los hombres lobos.
-Okis- dije saliéndome de detrás de la barra -era por si acaso tenía que llevar la artillería pesada…- dije pensando en el mini revolver con balas de plata que tenia escondido, siempre era bueno tener algo para controlar la situación
Camine hasta la esquina, viendo como Ane se giraba para no perder de vista la mesa esquinera, por aquello de los problemas, aunque ella solo esperaba el más mínimo roce para eliminar a un licántropo más.
-Buenas tardes, ¿Qué van a ordenar?- le pregunte sacando la libretita blanca de uno de mis bolsillos.
-Café para los cinco- hablo el de los ojos color ámbar que se encontraba en la esquina de adentro -y para comer ¿Qué hay?- pregunto sin ver el menú
-Bueno, lo que hay en el menú, sugeriría yo- le dije sin ganas de repetir todo lo que había en el menú
-Bueno, bueno, será que esta el dueño para hablarle del mal servicio- se dio aires de muy grande preguntado semejante estupidez.
-Si claro, ¿quieres hablar ahora mismo, o cuando tenga un cuchillo en mis manos?- le pregunte con una sonrisa incluida.
-¿Alguien tan pequeño puede ser dueño de algo así?- pregunto arqueando una ceja
-Pues alguien tan pequeño puede dejarte en media calle con una bala de plata directa en el corazón si no te callas- le dije sintiendo hervir la cólera.
-Evs- me llamo Ane desde la barra -¿algún problema?- me pregunto poniéndose de pie
Sabia que si le decía que si, no dudaría en estrangularlos ella sola, y lo tenía bajo control por el momento, así que sería mejor que ella se mantuviera tranquila.
-Todo bajo control- le dije sonriendo -¿qué van a pedir?- les volví a preguntar sujetando con fuerza el lapicero.
-Quiero limonada, con hielo, ya no quiero café- pidió el mismo cretino
-¿Qué te hace pensar que aquí hay limones?- le pregunte sin medir la fuerza con la que sujetaba el lapicero, quebrándolo a la mitad
-Bu…-
-Ya deja de molestarla- Hablo el que se encontraba en la parte de afuera de la mesa -cinco hamburguesas sin lechuga ni tomate, solo la carne- me pidió muy amable.
-De acuerdo- dije dando media vuelta
-Oh y si puedes también la limonada- carcajeo el imbécil.
Me gire ya sin paciencia, dejando que el verde se apoderara de mis ojos, ¿que se creía este cretino?, deje el lapicero inservible en la mesa que tenía al lado junto con la libreta, limitándome a verle, estaba algo lejos de la barra como para poder tener tiempo de tomar el revólver.
-Espera- dijo el que me había hablado amablemente -no uses la violencia- me pido levantándose de su lugar
-No me importa, saco la basura yo misma- dije sin quitarle un ojo de encima al imbécil
-Espera- se interpuso entre la mesa y yo, sujetándome por los hombros
-Suéltame- le dedique una mirada no muy amable
-Solo ignóralo, eso hacemos nosotros- me pidió mientras se me atrevía a verme con un par de ojos negros
-Si vuelve abrir la boca, lo colgare junto a la cabeza del alce- le dije señalando la cabeza del alce que me había regalado Don Oricio.
-Ok- me dijo soltándome
Me gire y pase directo a la cocina.
-Denis 5 hamburguesas- le dije sin verle
-¿Qué paso?- me pregunto saliendo de la cocina -¿problemas?-
Denis era una excelente cocinera, cocinaba de todo, fuera para alimentar humanos o seres mágicos, o cualquier cosa. Había llegado dos semanas después de abrir la cafetería, buscando empleo, gustosa se lo di, puesto que no soy muy hábil con la cocina, ya era una señora de unos 30 años de edad, pero todo era parte de su hechizo, en realidad, tenía unos 100 años, era bruja, no conocíamos su verdadero rostro, solo sabíamos que se parecía algo al que tenia, la estaban buscando en el sur de España, así que vino buscando esconderse en América. No me pareció mayor problema así que le dije que no importaba. Y por el momento es como lo más cercano que tenía a una mamá.
-Ninguno- le dije volviendo con Ane.
-Si vuelve a pedir algo con limón, seré yo quien se lo haga, un pedido especial de batido de polvo de plata- me dijo sin quitar la mirada de los tipos.
-De acuerdo- le dije sin contradecirla.
Los tipos siguieron riendo a carcajadas, arruinándome la tarde por completo, le pedí a Félix que sirviera su orden, no tenía muchas ganas de ir a esa esquina.
-Puedo quedarme con el imbécil- dijo viéndole no muy agradable
-No quiero saber para qué exactamente- dijo Ane en carcajadas
Félix era un demonio, un demonio con inclinaciones sexuales no muy normales, siempre le había conocido, así que éramos amigos de infancia, por lo menos la mía, ya que él crecía cuando se le pegaba la gana y volvía ser niño del mismo modo, no tenía ni la menor idea de cuantos años tenía pero tampoco sería buena idea preguntárselo.
-Pero míralo, con esos brazos marcados, espérate a que se levante a ver si está bien dotado de la parte trasera- dijo tomando la orden y llevándoselas.
-Eso sería más divertido- opino Ane.
-Seguro- dije cambiando la canción de la rockola por algo de Low vs Diamond
-Van a dejar apestando la cafetería- se quejo Ane
-Hay aromatizante- le dije con una sonrisa
-Eso no sirve, déjame sacarlos de una- me pidió poniéndome ojitos de borrego degollado
-No creo, ya sabes, de todos modos solo fue uno el que se comporto mal-
De todos modos ya pronto se irían.

No hay comentarios:

Publicar un comentario