lunes, 9 de agosto de 2010

Mafias Cruzadas

CAPÍTULO III

CIENTÍFICA A LA FUGA

La tía Mel me miró durante un par de segundos como si no entendiera lo qué estaba diciendo, unos segundos después pareció entender lo que estaba diciendo, entonces sin dudar se sacó su teléfono móvil del bolsillo y me lo tendió. Lo cogí y marqué el número que ya me sabía de memoria

-¿Por qué será?- me pregunté a mi misma mientras esperaba que me contestara, tuve que esperar un par de toques antes de oír su voz al otro lado de la línea, el alivio me sacudió durante unos segundos, aún no era demasiado tarde

-¿Qué pasa Ane?, te he dicho que no te preocupes todo está bien…- dijo su voz despreocupada en el otro lado de la línea -tengo que hacer un pequeño trabajo…¿Hablamos luego, ok?- me dijo disponiéndose a colgarme el teléfono

-No David, no es eso- le dije para impedir que colgara- escúchame, por favor, ten cuidado con ésa arma… va a estallarte en las manos… y… y…- dije intentando decir la palabra que se negaba a salir por mi boca, así que tuve que forzarme a mi misma a terminar la frase- va a matarte- dije al fin

-¿Matarme? Neeeeh olvidas que soy inmortal…- dijo quitándole hierro al asunto antes de seguir -de verdad, no te preocupes- hizo una pausa antes de seguir -además ésa arma que tú dices está desactivada…- hizo otra pausa como si al fin hubiera entendido lo que estaba intentando decirle -¡espera!¿cómo sabes de eso?¿no habrás visto mi futuro?- no respondí, así que él lo interpretó como un sí -Ane… escúchame bien… olvida todo esto, no hables a nadie sobre esto… y por último ten cuidado y no salgas de casa- hizo una pausa muy corta antes de seguir con su discurso telefónico -por ésta arma han muerto muchas personas y el próximo seré yo si no la destruyo…- dicho esto me colgó, aunque antes de que lo hiciera me pareció notar cierto nerviosismo en su voz. Sabía que era inmortal, pero también lo había visto morir en mi premonición. Sumida en mis pensamientos le devolví el móvil a la tía Mel.

-¿Todo bien?- me preguntó -¿sobrina?- añadió cuándo se percató de que sólo estaba en cuerpo presente, haciéndome volver a la realidad

-No lo sé…- le dije, sin explicarle lo que me había dicho mi hermano -eso espero- añadí pensando de nuevo en mi premonición

-mmm…- dijo ella pensativa -¿algo en lo que pueda ayudar?-

-eh, esto tía…- dije tanteando el terreno -David ha dicho que no hagamos nada- le expliqué, deseando interiormente que realmente estuviera bien -dijo que no me preocupara… pero…- me dije interiormente

-De acuerdo- accedió sin hacerme más preguntas sobre el tema y mirando alrededor -¿dónde está tu laboratorio?- intentando distraerme pero recordándome sin querer que faltaba poco para que transcurrieran las cuatro horas desde que lo había abandonado

-Mierda- murmuré mirando el reloj -tengo que irme, tengo algo que hacer- dije levantándome aún medio mareada -vuelvo enseguida tía Mel- dije poniéndome la mano en el bolsillo para sacar las llaves de mi coche, pero ella intentó impedir que me fuera

-De ningún modo- dijo levantándose también -David dijo que cuidara de vosotras así que no te dejaré ir sola-

-Quédate con las gemelas y Mimi- le respondí sin mirarla a los ojos, sabía que si lo hacía no podría irme -yo tengo que hacer esto- dije saliendo corriendo antes de que ella reaccionara.

Una vez saqué el coche del aparcamiento, me permití suspirar, sentía haber dejado a mi tía así pero no tenía permitido llevarla conmigo, sabía que David iba a enojarse por no haberme quedado en casa, pero tampoco podía permitir echar por la borda todo el trabajo de la mañana, así que me dirigí lo más rápido posible

Cuando llegué al laboratorio baje apresurada del coche y me dirigí hacia la puerta trasera, ya que en éstos momentos no había nadie en el laboratorio… fui hacia mi despacho cogí mi bata, y me dispuse a abrir todas las cerraduras de la puerta escondida que conducía hasta el sótano una a una, una vez lo logre bajé y saqué el frasco dónde había guardado el veneno, y empecé a añadirle todo lo que le hacía falta, unos minutos después había terminado, solo le faltaba añadir el último ingrediente, pero este se añadía precisamente antes de usarlo, así que cerré el frasco y lo guardé en la caja fuerte que tenía en el sótano para guardar los proyectos un poco más peligrosos. Una vez lo cerré, volví a subir las escaleras y cerré todas y cada una de las cerraduras, me quité la bata y salí del despacho cerrando la puerta con llave, para finalmente salir por la puerta trasera y cerrar la puerta y subirme al coche.

Salí del aparcamiento completamente sola, la carretera estaba desierta, pensé que era mucho mejor de ésta manera, así que encendí el reproductor mp3, y me dispuse a emprender el camino hacia casa por los caminos por los que normalmente hacía el recorrido hacia casa. Normalmente era un trayecto que me ayudaba a tranquilizarme. Al pasar por un cruce dónde había una pequeña arboleda vi cómo un coche salía detrás de mí, intenté mantener la calma, quizás solo era casualidad. Para comprobarlo me adentré en el recinto del puerto y el coche me siguió, definitivamente me seguía a mí, así que me adentré por calles y callejuelas hasta que pude despistarlos. Una vez me deshice del coche conduje hacia casa dónde me esperaba un poco mas de diversión, la tía Mel posiblemente enojada…

En llegar a casa aparqué el coche en el garaje, y me dirigí hacia la puerta principal y abrí la puerta, para encontrarme a la tía Mel en el recibidor dando vueltas en círculos, cómo una águila acechando a su futura presa, engullí silenciosamente cuando frenó sus pasos se cruzó de brazos y miró hacia mí.

-¿En qué estabas pensando?- me espetó, yo me encogí interiormente, suerte que era la tía Mel y no mamá, sabía que me esperaba una bronca pero sabía muy bien que mamá sería mucho más dura

-Yo…yo… tenía algo muy importante que hacer- respondí titubeante porqué no sabía exactamente que responderle

-¿Y qué era tan importante?- preguntó completamente seria… yo no sabía hasta que punto podía revelar lo que estaba haciendo en el laboratorio así que me limité a agachar la cabeza, volviendo a agradecer que fuera la tía y no mamá. Pareció entender porqué no le había contestado así que no volvió a preguntarme, aunque esto no me salvó de una advertencia/amenaza de su parte -la próxima vez te acompaño, aunque sea para esperarme afuera… aunque para ello tenga que obligarte- no hacía falta que me lo dijera ya lo sabía bastante bien que podría haber hecho que la trajera conmigo

-Ya lo sé que podías, por eso evité mirarte a los ojos… para que no lo hicieras- le expliqué, antes de dejarme caer en el sofá y ponerme a llorar, no por evitar la bronca si no porque estaba medio asustada, ella se sentó a mi lado suspirando

-Ok, no te diré nada más- me dijo mientras se sentaba, sabía que prefería dejarlo para David o mamá -pero no quiero que vuelvas a hacerlo- me dijo seriamente y me pareció ver un deje de amenaza en su voz, así que asentí lentamente antes de encontrar mi voz

-Tía, no lloro para que no me eches la bronca… es por algo que ha pasado- dije mientras seguía llorando, mientras pensaba que lo volvería a hacer si fuera necesario

-¿Y qué ha pasado?- dijo completamente desconcertada

-A mitad…camino…un coche desconocido…ha empezado…a perseguirme…he acelerado pero han acelerado…pero al final los he despistado…o eso creo…- dije entre sollozos mientras me abrazaba a ella

-Ya ha pasado- dijo intentando consolarme acariciándome la cabeza -¿estás segura de que no dieron con éste lugar?- asentí con la cabeza, así que ella prosiguió -entonces no hay de qué preocuparse- pero a mí no me parecía que no fuera motivo para no preocuparse así que seguí llorando aún angustiada

-Pero…¿Y si en verdad hay que preocuparse?- le dije yo -parecía como si me estuvieran esperando expresamente a mí-

-La mejor solución sería hacer una junta familiar y así decidir qué hacer- sugirió ella

-Si David hubiera regresado- dije intentar aserenarme -sabría qué hacer-

-Pero como no está… tendremos que esperar- dijo ella, ante la idea de que quizás no volviera me vinieron ganas de llorar de nuevo, pero cambió de tema rápidamente para evitarlo -¿qué tal si hacemos algo mientras esperamos?-

-No sé, no tengo ni idea de dónde escondieron los juegos las gemelas, si no es que quieras leer algún libro o preparar algún postre para amainar a…David- dije entre dientes, sabiendo que ni esto me salvaría de la bronca del siglo por ser imprudente

-Lo del postre no suena mal y… lo vas a necesitar- me dijo mirándome compasivamente mientras negaba con la cabeza -pero a mí no me gusta cocinar… así que mejor tú lo preparas todo y yo… superviso- puse carita de gatito abandonado pero sólo conseguí que sonriera mientras ambas nos dirigíamos hacia la cocina

Sabía que tendría que cocinar yo sola, iba a quejarme por eso, pero cómo estaba tan preocupada por David que unas imágenes medio borrosas pasaron por delante de mis ojos… en éstas imágenes él estaba en el almacén rodeado por hombres y una extraña lluvia de balas caía sobre ellos dándoles a todos pero también hiriendo a David, las imágenes no eran producto de mi imaginación… si no parecían ser fragmentos de la premonición que había tenido antes, medio confusa me tambalee, por suerte para mí la tía Mel estaba a mi lado y me sujetó para que no cayera al suelo y me ayudó a llegar hasta el sofá de la sala de estar

-¿Qué ha pasado?- me preguntó -otra premonición-

-David está en peligro- le dije a modo de respuesta, ella me miro otra vez seriamente

-Tú ve a la cocina y haz el postre y yo iré en busca de Dany… pero no quiera que salga nadie ¿entendido?- me preguntó

-Si- contesté simplemente -solo si es necesario- añadí interiormente

-Bien, te dejo al cargo, se responsable esta vez y no hagas nada imprudente esta vez ¿sí?- desvié la mirada por si acaso mientras ella proseguía -por cualquier cosa llámame- dijo para luego levantarse y dirigirse hacia la salida.

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Situaciones extrañas... en momentos inesperados

Capítulo III
No quiebren nada

Vi como el ex de Ane se iba, sin decir nada, era algo obvio a lo que él volvía, así que si acerté cuando ella me pidió que adivinara, luego de un rato de reírnos con lo sucedido, note como Ane estaba algo tensa. Por los lobos, no era tampoco que alguno le diera buena espina, pero por lo que ambas veíamos ya se habían terminado sus hamburguesas y sus cafés, ya podía ir siendo hora de cobrar.
-No te preocupes todo está tranquilo, y uno de ellos por lo menos no es un imbécil- dije pensando en el que me detuvo de colgar la cabeza del imbécil al lado del alce.
-No te fíes tan rápido- me advirtió, viéndome con sus ojos algo mas azules que de costumbre, apartando el verde.
-Ojos grises, ojos grises- le repetí señalando mis ojos, que deberían de estar grises, puesto que no hay problemas.
-Pues no vendría nada malo algo de tu verde colérico- me insistió con desconfianza.
-Okis, tu tranquila, voy a ver si ya terminaron y a cobrarles- le dije acomodándome la falda.
-Ok- me respondió de mala gana.
Lo siguiente pareció sacado de película, dos de ellos se pusieron de pie, caminando hacia la puerta, no les puse mucha atención a decir verdad, otro de ellos también se había puesto de pie, pero refunfuñaba algo junto al imbécil y al de los ojos negros.
Escuche como las puertas de la cafetería eran cerradas, me gire bruscamente y vi como los que se habían levantado cerraban la cafetería, intente hacer algo, lanzarles lo primero que encontrara, pero ya alguien más me mantenía sujetada, de manera que no pudiera moverme, me cubrió la boca con una mano áspera, mientras me mantenía los brazos inmovilizados en un agarre de su brazo derecho.
-No te desesperes- habló el imbécil
-No queremos dañar a nadie, así que cuidado con lo que haces- le advirtió el que había supuesto que era amable.
Me encontré con los ojos de Ane que personificaban el terror, trate de decirle que todo estaba bien, pero como se lo iba a decir si me entraba detenida en una esquina de la cafetería.
-La sueltas ahora mismo, o te juro que disfrutaré cada bala de plata que te plante en tu ser- había tomado el revólver con las balas de plata y apuntaba demasiado segura al tipo que me mantenía sujetada.
-Piénsalo dos veces cariño, que yo no dudo en usar mis cosas- le respondió el imbécil con un polvo en las manos.
El jadeo que salió por mi boca, fue detenido por la mano del tipo, no quería saber que exactamente que era el polvo.
-Mejor ahórranos el trabajo y saca todo el dinero- le pidió el tipo que me mantenía sujetada.
-Suéltenla- exigió con los puños cerrados a los lados.
-No somos tontos rubiecita- le dijo el tipo que me mantenía inmóvil.
-No les daré nada si no la sueltan- advirtió en un tono duro
Podía ver como Félix mantenía a Denis dentro para que no se asustara de lo que estaba pasando afuera, y por más que Ane tratara de que me soltaran lo más idóneo era que les diera el dinero. Trate de hablar pero no podía, trate de moverme pero tampoco era probable que lo lograra así que… lo mordí.
-ESTÚPIDA ZORRA- grito el tipo furioso, tomándome por el brazo -YA VERÁS- me amenazo con la mano en alto dispuesto a golpearme.
-No lo hagas- lo detuvo el que había sido amable
-No me digas que es lo que tengo que hacer- le respondió de mala gana.
Yo vi como su mano se estampaba a un lado de mi cara, dejándome estampada contra el piso de la cafetería, me llevé de una la mano al lado donde me había golpeado, era definitivo que eso no se vería bien mañana.
-¿Qué demonios haces?- pregunto disgustado el amable.
-AHORA SÍ DESGRACIADO- pude escuchar a Ane
-Tu quietecita- hablo el imbécil -que tengo algo especial para ti si te mueves- le advirtió tocando sutilmente un arma que lanzaba angostas estacas de madera.
-FÉLIX-
-Ni lo llames que la policía no creo que tarde mucho en venir, así que apresuremos el paso-
-Ane- la llamé para captar su atención
-Evs, mira lo que te acaban de hacer, ni pienses que me quedare así- reclamo
-Sólo dales lo que piden para que se vayan- no me había dado cuenta de que estaba llorando hasta en ese momento, que sentí las lagrimas resbalarse por mis mejillas
-Ves rubiecita, apresúrate- dijo el imbécil, lanzándole un bolso de cuero.
Ane de mala gana se fue a la caja con el bolso, me limpie las lagrimas haciéndome la fuerte, me moví un poco hacia una silla para poderme poner en pie, cuando vi una mano extendida hacia mí. Lo mire furiosa a esos ojos negros que habían sido amables antes, pero ignoré ese hecho, me puse de pie por mí misma, sin verle, tan siquiera verle, me senté en la misma silla, viendo como Denis me miraba desde dentro con Félix impidiéndole el paso, y a Ane dándoles el bolso de cuero.
-Ha sido un placer negociar con ustedes ahora nos marchamos- informo el rubio
-Lárguense- les dijo Ane con furia.
-Solo ponte algo de hielo- murmuro el de los ojos negros -para el golpe- dijo pasando a mi lado.
Todos salieron de la cafetería, y al parecer uno fue muy gracioso al lanzar una roca contra la ventana, me cubrí la cara con ambas manos, sollozando por lo ocurrido.
-Lo arreglaremos todo- me susurro Ane que ya se encontraba a mi lado.
-Hay cariñito- Feliz no era bueno para esas cosas, solo me despeino un poco.
-Todo lo solucionaremos, ya la policía viene- me dijo Denis
-La policía no pondrá ése vidrio nuevo, la policía no borrará el moretón que me saldrá mañana- exclame frustrada
-Evs…-
-Déjalo, me voy arriba, pongan el letrero de cerrado- pedí levantándome de la silla.
Era bueno que donde viviera estuviera arriba de la cafetería, Denis también vivía ahí, y Felix no se sabe donde vive, Ane dormía aquí de vez en cuando pero siempre se iba a su Departamento. Subí corriendo las gradas en el momento que ellos dejaron de verme.
Esto… esto no era como tenía planeado mi día.

Casualidad o destino

3.- ¿Y mi cerveza? ¡Yo quiero cerveza!

El coche que venía a recoger a Arantxa había llegado… ella se subió como si su vida dependiera de ello, ni se dignó a despedirse de sus amados “amigos”.

Después del espectáculo de las agujas con sus gritos respectivos, la calma volvió a reinar… aunque ésa paz no iba a ser duradera… solo era como el ojo del huracán… la paz antes de la próxima tormenta…

Así que estábamos todos sentados en la mesa de la cafetería del camping…

-¿Que queréis para beber?- les preguntó el camarero

-¿Que hay para beber?- preguntó Raquel

-Naranjada y agua- dijo el camarero servicialmente

-¿NO hay cerveza?- preguntó Marc abriendo mucho los ojos

-No, nada de bebidas alcohólicas en el recinto- siguió diciendo el camarero

-¡¿QUE?!- dijo Marc alzando la voz –¡YO QUIERO UNA CERVEZA!-

-Las cervezas con o sin alcohol están prohibidas en todo el recinto- dijo el camarero

-Siendo así agua- dijo Marc aparentando serenidad, aunque con una mirada psicópata en su rostro, cuando el camarero le trajo el agua él cogió el vaso y le tiró toda el agua encima –el agua es sólo para los caballos…- dijo despectivamente y luego se levantó de la mesa y se dirigió hasta su cuarto

-Menudo día- dijo Esther que estaba sentada a mi lado –antes Arantxa con las agujas... ahora Marc con las cervezas, ¿que mas va a pasar?-

-no tengo la mas mínima idea de lo que va a pasar- dije

-supongo que Luis, Toni o Ana le van a decir alguna cosa por su comportamiento totalmente improcedente- dijo Bea

-Bueno... no tardaremos mucho a saberlo- dijo Juana mirando como Luis se levantaba de la mesa de los profesores y se dirigía hacia las habitaciones

-¿Que creéis que le dirá?- preguntó Mercedes

-No lo se…- dije, en ése momento volvieron Marc y Luis y se acercaron hacia el camarero, hablaron unos instantes con él. Luego el camarero se retiró y Marc le siguió y al poco rato apareció con un delantal negro puesto, una bandeja en la mano y una expresión de resignación… Cuando salimos todos de la estupefacción las risitas se hicieron oír, pero yo no me reí, no abiertamente -Por lo que veo le ha castigado a hacer de camarero estos dos días- comenté yo

-Pues siendo así, ¿por que no lo llamamos y que nos traiga las bebidas?- dijo Bea

-¿No es un poco raro hacer que un compañero nos sirva las bebidas?- dijo Maricel

-No… él se lo ha buscado- dijo Karen aún riéndose y lo llamó -¡Marc! ¿Podrías venir?-

-¿Qué es lo que quieres Carolina?- dijo Marc cuando se acercó con cara de pocos amigos

-1) es Karen no Carolina y 2) tráenos unas aguas, por favor- dijo ella entre risas

-Muy bien- dijo él –¿y tu no te ríes como todo el mundo?- me preguntó cuándo todas se echaron a reír menos yo

-No me gusta burlarme ni reírme de los demás- le respondí –se por experiencia propia lo que es que los otros se burlen de ti… ya sea en tu propia cara o en tus espaldas, con o sin motivos aparentes- dije, si quería entenderlo que lo hiciera… si quería darse por aludido que lo hiciera… porqué a mi ya no me importaba un bledo lo que ellos pensaban

Él sin decir ni una palabra se fue hacia la cocina en busca de las aguas y regresó, no dijo nada más y se volvió hacia su mesa a comer.