lunes, 9 de agosto de 2010

Situaciones extrañas... en momentos inesperados

Capítulo III
No quiebren nada

Vi como el ex de Ane se iba, sin decir nada, era algo obvio a lo que él volvía, así que si acerté cuando ella me pidió que adivinara, luego de un rato de reírnos con lo sucedido, note como Ane estaba algo tensa. Por los lobos, no era tampoco que alguno le diera buena espina, pero por lo que ambas veíamos ya se habían terminado sus hamburguesas y sus cafés, ya podía ir siendo hora de cobrar.
-No te preocupes todo está tranquilo, y uno de ellos por lo menos no es un imbécil- dije pensando en el que me detuvo de colgar la cabeza del imbécil al lado del alce.
-No te fíes tan rápido- me advirtió, viéndome con sus ojos algo mas azules que de costumbre, apartando el verde.
-Ojos grises, ojos grises- le repetí señalando mis ojos, que deberían de estar grises, puesto que no hay problemas.
-Pues no vendría nada malo algo de tu verde colérico- me insistió con desconfianza.
-Okis, tu tranquila, voy a ver si ya terminaron y a cobrarles- le dije acomodándome la falda.
-Ok- me respondió de mala gana.
Lo siguiente pareció sacado de película, dos de ellos se pusieron de pie, caminando hacia la puerta, no les puse mucha atención a decir verdad, otro de ellos también se había puesto de pie, pero refunfuñaba algo junto al imbécil y al de los ojos negros.
Escuche como las puertas de la cafetería eran cerradas, me gire bruscamente y vi como los que se habían levantado cerraban la cafetería, intente hacer algo, lanzarles lo primero que encontrara, pero ya alguien más me mantenía sujetada, de manera que no pudiera moverme, me cubrió la boca con una mano áspera, mientras me mantenía los brazos inmovilizados en un agarre de su brazo derecho.
-No te desesperes- habló el imbécil
-No queremos dañar a nadie, así que cuidado con lo que haces- le advirtió el que había supuesto que era amable.
Me encontré con los ojos de Ane que personificaban el terror, trate de decirle que todo estaba bien, pero como se lo iba a decir si me entraba detenida en una esquina de la cafetería.
-La sueltas ahora mismo, o te juro que disfrutaré cada bala de plata que te plante en tu ser- había tomado el revólver con las balas de plata y apuntaba demasiado segura al tipo que me mantenía sujetada.
-Piénsalo dos veces cariño, que yo no dudo en usar mis cosas- le respondió el imbécil con un polvo en las manos.
El jadeo que salió por mi boca, fue detenido por la mano del tipo, no quería saber que exactamente que era el polvo.
-Mejor ahórranos el trabajo y saca todo el dinero- le pidió el tipo que me mantenía sujetada.
-Suéltenla- exigió con los puños cerrados a los lados.
-No somos tontos rubiecita- le dijo el tipo que me mantenía inmóvil.
-No les daré nada si no la sueltan- advirtió en un tono duro
Podía ver como Félix mantenía a Denis dentro para que no se asustara de lo que estaba pasando afuera, y por más que Ane tratara de que me soltaran lo más idóneo era que les diera el dinero. Trate de hablar pero no podía, trate de moverme pero tampoco era probable que lo lograra así que… lo mordí.
-ESTÚPIDA ZORRA- grito el tipo furioso, tomándome por el brazo -YA VERÁS- me amenazo con la mano en alto dispuesto a golpearme.
-No lo hagas- lo detuvo el que había sido amable
-No me digas que es lo que tengo que hacer- le respondió de mala gana.
Yo vi como su mano se estampaba a un lado de mi cara, dejándome estampada contra el piso de la cafetería, me llevé de una la mano al lado donde me había golpeado, era definitivo que eso no se vería bien mañana.
-¿Qué demonios haces?- pregunto disgustado el amable.
-AHORA SÍ DESGRACIADO- pude escuchar a Ane
-Tu quietecita- hablo el imbécil -que tengo algo especial para ti si te mueves- le advirtió tocando sutilmente un arma que lanzaba angostas estacas de madera.
-FÉLIX-
-Ni lo llames que la policía no creo que tarde mucho en venir, así que apresuremos el paso-
-Ane- la llamé para captar su atención
-Evs, mira lo que te acaban de hacer, ni pienses que me quedare así- reclamo
-Sólo dales lo que piden para que se vayan- no me había dado cuenta de que estaba llorando hasta en ese momento, que sentí las lagrimas resbalarse por mis mejillas
-Ves rubiecita, apresúrate- dijo el imbécil, lanzándole un bolso de cuero.
Ane de mala gana se fue a la caja con el bolso, me limpie las lagrimas haciéndome la fuerte, me moví un poco hacia una silla para poderme poner en pie, cuando vi una mano extendida hacia mí. Lo mire furiosa a esos ojos negros que habían sido amables antes, pero ignoré ese hecho, me puse de pie por mí misma, sin verle, tan siquiera verle, me senté en la misma silla, viendo como Denis me miraba desde dentro con Félix impidiéndole el paso, y a Ane dándoles el bolso de cuero.
-Ha sido un placer negociar con ustedes ahora nos marchamos- informo el rubio
-Lárguense- les dijo Ane con furia.
-Solo ponte algo de hielo- murmuro el de los ojos negros -para el golpe- dijo pasando a mi lado.
Todos salieron de la cafetería, y al parecer uno fue muy gracioso al lanzar una roca contra la ventana, me cubrí la cara con ambas manos, sollozando por lo ocurrido.
-Lo arreglaremos todo- me susurro Ane que ya se encontraba a mi lado.
-Hay cariñito- Feliz no era bueno para esas cosas, solo me despeino un poco.
-Todo lo solucionaremos, ya la policía viene- me dijo Denis
-La policía no pondrá ése vidrio nuevo, la policía no borrará el moretón que me saldrá mañana- exclame frustrada
-Evs…-
-Déjalo, me voy arriba, pongan el letrero de cerrado- pedí levantándome de la silla.
Era bueno que donde viviera estuviera arriba de la cafetería, Denis también vivía ahí, y Felix no se sabe donde vive, Ane dormía aquí de vez en cuando pero siempre se iba a su Departamento. Subí corriendo las gradas en el momento que ellos dejaron de verme.
Esto… esto no era como tenía planeado mi día.

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